En el mundo corporativo y personal de hoy (¡¡y de siempre!!), tener características de líder - aún sin serlo - es fundamental. Hago la salvedad, porque soy de la opinión de que el líder al que me refiero, ese que tiene una actitud protagónica en el mundo, nace, no se hace. Cada día lo dudo menos.
Pero como no tengo la intención crear una polémica justo al comienzo de este artículo, prefiero elaborar uno completo sobre el tema, posteriormente. Se los prometo. En esta oportunidad, me voy a dedicar a dar unos tips, inspirado en John Maxwell (Las 21 Leyes Irrefutables del Liderazgo), porque considero que pueden ser valiosos para mis lectores, sean líderes o no.
Ante todo - y está de primero porque lo considero fundamental – una persona debe ser adulta para encarar cualquier acción en su vida. Me refiero a adulta a aquella persona que practica el autoconocimiento, reconoce sus fortalezas y debilidades y está consciente de que todo, absolutamente todo, es su responsabilidad. Muchos llaman a esto autoliderazgo. A mi me perece simple autoconocimiento.
Cuando esa primera condición se cumple y se acepta el hecho de que no podemos hacer nada de manera aislada o solitaria, porque nos necesitamos unos a otros, aparece la necesidad de hacer las cosas con otros. Aparece también la necesidad de tener características de líder para «poner de acuerdo» a un grupo (que puede ser de sólo dos personas, simplemente). La pareja, por ejemplo.
Así se activa la necesidad de dirigir, si estamos conscientes de que deseamos causar impacto o ayudar al que dirige, si queremos ayudarlo a que él lo cause, porque su objetivo se alinea con el nuestro. En ambos casos, la influencia que se pueda causar es de valor primordial, porque ella permitirá que el fin último sea exitoso.
En tal sentido, un gerente, un padre o madre de familia o alguien en general, necesitan influencia para cambiar el rumbo de las cosas. En un mundo donde el cambio es la constante, mantener el rumbo de manera obstinada, puede ser hasta peligroso. Aquí aparece de nuevo la necesidad de encaminar procesos para poder producir cambios.
Otra característica que es necesaria en cualquier persona es que, sin ser líder, necesita identificar hacia dónde se dirige y qué desea hacer con su vida; simplemente porque nadie se lo va a decir. Aquí aparece la palabra Visión, esa que enfoca la atención y determina la dirección que se va a tomar.
El punto en el horizonte donde nos vamos a enfocar, puede resultar hasta sencillo, si hemos completado los requisitos de ser un genuino adulto, indicado en los primeros párrafos. Lo que si puede resultar complicado es la determinación de la dirección que vamos a tomar para dirigirnos a ese punto, porque hay innumerables maneras de alcanzarlo, desde la más brillante o luminosa, a la más oscura.
En esa decisión aparece una palabra mágica denominada Valores, que es la que va a servir de «Faro Guía» en el proceso.
Por cierto, esa palabra es la que distingue a las empresas denominadas de «Clase Mundial», de aquellas que no lo son. La experiencia ha demostrado que aquellas que tiene un propósito y se enfocan en obtener «más que utilidades», se convierte en esas «compañías visionarias» que trascienden a sus fundadores.
Curiosamente, todos quieren estar en una «compañía visionaria». ¿Por qué? Presumo que será porque todos quieren estar con las empresas o las personas que hacer cosas extraordinarias o que «hacen que sucedan las cosas», ¿verdad?
En tal sentido, considero que los que de manera intencionada y sin coacción, van detrás de las empresas o las personas identificadas, siguen su dirección y actúan sobre la base de una visión compartida, lo hacen porque sienten que el fin último personal será exitoso si van junto a ellos.
En la próxima entrega continuaré con estos Tips que considero fundamentales, «de amplio espectro» y, sin duda, dignos de ser considerados en cualquier momento de nuestras vidas.
Gracias por tu tiempo.
Autor
Arnaldo González Graterol
Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos
en el libro Y eso, ¿cómo se come?