Hay una expresión, asociada a varias corrientes filosóficas, que sostiene que: «Una parte de la creación depende de mi intención y la otra de lo que mi esencia quiere que viva» Esta idea sugiere una dualidad en el proceso de creación y manifestación en nuestras vidas.
Para soportar lo indicado en el párrafo anterior, según las filosofías orientales, especialmente el taoísmo y el budismo, se reconoce un equilibrio entre la voluntad personal y la aceptación de una «verdad» interna o esencia.
En el caso de la Psicología Humanista y la Teoría de la Autorrealización (Maslow, Rogers), uno de los caminos para alcanzar la autorrealización, es vivir de forma intencionada pero también alineada con nuestra esencia.
Finalmente, el Hermetismo, una filosofía antigua asociada a los egipcios, sostiene que hay una dualidad entre la parte consciente y la conexión con una esencia interior (espiritual). Por lo tanto, nuestras intenciones pueden moldearse en armonía con la esencia interior y el universo.
En general, la frase con la que inicié el artículo, refleja una visión que combina la intención (decisiones conscientes que definimos) con la esencia interna (un aspecto más profundo e innato de nuestro ser) como parte de la creación de nuestra realidad.
Esto sugiere una integración entre el poder de la elección en nuestra vida y la aceptación de una dimensión más intuitiva o espiritual.
Alineando este preámbulo con el propósito de mi artículo, quiero relacionar la visión de un líder con la vida de una persona que está clara en lo que desea hacer con su vida.
Por lo tanto, la proyección inspiradora y clara del futuro deseado para su organización, la cual el líder declara, comunica y vive todos los días; y la soporta con decisiones que la alinean hacia ese objetivo, es muy parecido a lo que hace una persona con claros objetivos,
Como individuos, tenemos la intención consciente y por lo tanto deliberada, de alcanzar, con deseos, acciones y esfuerzo, nuestros objetivos, metas. Por otro lado, está lo que «nuestra esencia» más profunda, desea experimentar y aprender en esta vida.
Esta última parte puede estar más allá de nuestra comprensión racional; sin embargo, considero que ella – nuestra esencia - puede guiar nuestras experiencias de manera sutil pero poderosa.
En pocas palabras, nuestra vida es una combinación de lo que activamente buscamos y lo que «nuestra esencia» necesita para su evolución y crecimiento. Muchas personas - yo entre ellos - consideramos que ésto es el destino o parte de él.
Extrapolando esta afirmación a la visión de un líder, opino que la organización, como un organismo, ejecuta una serie de acciones deliberadas, producto de la intención consciente de alcanzar su visión; y, por otro lado, tiene su esencia, producto de «las esencias» de los individuos que la integran.
Esta perspectiva sugiere que hay experiencias y lecciones específicas que estamos destinados a vivir para cumplir con un propósito mayor o para avanzar en nuestro desarrollo integral. La intención consciente y nuestras elecciones personales pueden guiar el camino, pero el destino - el deseo de «la esencia» - nos empujan hacia ciertas experiencias inevitables para nuestro crecimiento.
Se podría considerar como una fascinante danza entre libre albedrío e inevitabilidad. La idea de que nuestra esencia tenga un conocimiento previo de lo que «nos conviene» (producto de que sabe de antemano lo que necesita para evolucionar) puede parecer contradictoria con el concepto de libre albedrío y la autenticidad de nuestras decisiones.
Sin embargo, se pueden reconciliar ambos enfoques. Una forma de hacerlo, es pensar en el destino no como un camino rígido y predeterminado, sino más bien como una serie de posibilidades y potencialidades. Nuestra esencia puede tener ciertos objetivos o aprendizajes que desea experimentar, pero cómo llegamos a esos puntos, puede variar y depender de nuestras elecciones conscientes.
Volviendo al tema del artículo, la visión de un líder puede y debe ser visto como una guía general que va a verse afectado por los objetivos o aprendizajes que «la esencia» de la empresa desea experimentar; es decir, su destino.
Eso hará que el proceso se desarrolle de manera similar a «diferentes guiones en una sola película» que puede llevar a finales similares, pero con diferentes escenas y caminos a lo largo del proceso, producto de nuestras decisiones y acciones diarias.
Cada decisión que tomamos y que toman las empresas, puede cambiar «el libreto» que seguimos, permitiéndonos explorar distintas versiones de nuestra vida y la vida de la empresa, mientras perseguimos esos aprendizajes esenciales que nuestra esencia requiere.
Esta interpretación no solo nos da un sentido de propósito sino también de autonomía porque, aunque ciertos eventos puedan estar destinados a suceder, el cómo los enfrentamos y qué aprendemos de ellos, será en gran medida nuestra elección.
Si actuamos con esta premisa y nos «damos cuenta» de que no todo puede ser previsto o controlado en nuestra vida o la de la organización que lideramos - partiendo del hecho de que hay una parte del asunto que está en manos de nuestra esencia o la de la organización - podremos aceptar que todo es parte de un sistema más complejo.
Esto nos ayudará a ser flexibles y adaptables; y nos ayudará a estar preparados para aprovechar los hechos que nuestra esencia nos presente, con el objeto de enfrentar con éxito y aprender de los desafíos que aparezcan. Es algo que favorece la reducción del estrés sobre el líder y su equipo y promueve la idea de que «algo bueno e inesperado» nos va a sorprender.
Gracias por tu tiempo
Autor
Arnaldo González Graterol
Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos
en el libro Y eso, ¿cómo se come?
Arnaldo, tu artículo ofrece una reflexión profunda sobre la dualidad entre intención y esencia en la vida y liderazgo. 🌟 En gestión del tiempo, aprendemos que equilibrar nuestras acciones conscientes con nuestro propósito interno es clave para alcanzar el éxito. 🕰️ Tu visión nos invita a considerar cómo nuestras decisiones diarias se alinean con un destino mayor. ¡Excelente enfoque! 👏