Una perspectiva transformadora en la gestión del tiempo
Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos
Peter Bamm
Desde muy joven, ocupé posiciones gerenciales importantes. Un día, de esos que quedan fijados en tu memoria, descubrí el poder de los objetivos y me di cuenta de que estaba muy orientado a la acción, a «hacer». Decidí cambiar y enfocarme en el logro más que en la actividad. Este aprendizaje marcó un antes y un después en mi vida profesional y me colocó en el camino de la gestión del tiempo, que he recorrido por tantos años y sigo recorriendo con entusiasmo.
En este artículo, analizaremos las diferencias entre «hacer» y «lograr», así como los resultados de cada enfoque. Además, ofreceré recomendaciones prácticas para pasar de un estilo de trabajo orientado a tareas a uno centrado en objetivos.
Hacer: el enfoque en la actividad
En el mundo laboral, a menudo nos encontramos atrapados en la rutina de cumplir con las tareas especificadas en nuestras descripciones de cargo. Este enfoque en el «hacer» se caracteriza por una orientación a la acción, donde la prioridad es completar tareas y mantenerse ocupado. Las jornadas laborales se planifican en torno a una lista de actividades pendientes y la medición de productividad se hace en términos de cantidad de tareas completadas.
Sin embargo, este enfoque tiene varias desventajas. La más significativa es que puede llevar a una sensación de estancamiento y frustración, especialmente cuando el trabajo realizado no se traduce en resultados significativos. Además, puede fomentar la postergación y la dispersión, ya que la atención se centra en las tareas individuales en lugar de en los objetivos a largo plazo.
Lograr: el enfoque en los objetivos
Por otro lado, el enfoque en el «lograr» implica un cambio de mentalidad hacia el cumplimiento de objetivos significativos. Este enfoque se caracteriza por una orientación a los resultados, donde la prioridad es alcanzar metas específicas y medibles. Las actividades diarias se alinean con los objetivos a largo plazo y la medición de éxito se hace en términos de impacto y resultados alcanzados.
Este cambio de paradigma trae consigo numerosos beneficios. Al enfocarnos en el logro, nuestras acciones se vuelven más significativas y estratégicas. Nos volvemos más eficientes, ya que cada tarea se realiza con un propósito claro en mente. Además, la satisfacción personal y profesional aumenta, ya que vemos un progreso tangible hacia nuestras metas.
Cuando comparamos los resultados de estos dos enfoques, encontramos que el enfoque d «hacer» puede llevar a la procrastinación, ya que la falta de un objetivo claro puede hacer que posterguemos tareas importantes. Además, la constante actividad sin un propósito claro puede resultar en agotamiento, y la productividad se mide en cantidad, no en calidad o impacto. En cambio, el enfoque de «"lograr» se traduce en una mayor eficiencia, ya que las tareas se realizan con un propósito claro, optimizando el uso del tiempo. La motivación aumenta al ver progresos claros hacia un objetivo, y los esfuerzos se concentran en actividades que realmente aportan valor y contribuyen al éxito personal y organizacional.
Encuesta en LinkedIn: Percepciones sobre hacer vs. lograr
Realizamos una encuesta en LinkedIn para entender mejor cómo los profesionales perciben la diferencia entre «hacer» y «lograr». Al preguntarles en que se enfocaban en su día a día, los resultados fueron reveladores:
En lo que voy a hacer: 14%
En lo que voy a lograr: 24%
Pienso en ambas cosas: 58%
No lo pienso. Solo actúo: 4%
Los comentarios resaltaron que muchos profesionales ven la importancia de integrar ambos enfoques. Se destacó que cada acción debe estar alineada con un objetivo claro para maximizar el impacto. Esta visión combina la ejecución diaria con una orientación estratégica, asegurando que cada tarea contribuya a un objetivo mayor.
Recomendaciones prácticas
Para cambiar de un estilo de trabajo centrado en tareas a uno orientado a objetivos, considera las siguientes recomendaciones:
Define objetivos claros: Establece metas específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido (SMART).
Prioriza tareas: Alinea tus actividades diarias con tus objetivos a largo plazo. Usa herramientas como la Visión sistémica de la matriz de prioridades para distinguir entre lo urgente y lo importante.
Enfócate en lo importante: Realiza personalmente las tareas críticas que directamente contribuyen a tus objetivos. Asegúrate de que todas tus acciones tengan un propósito claro. Dedica el 20% de tu tiempo a aquellas tareas que, sin haber llegado a un grado de urgencia, te conducen al logro de tus objetivos.
Revisa y ajusta: Evalúa regularmente tu progreso hacia los objetivos y ajusta tus acciones según sea necesario.
Mantén la motivación: Celebra los logros intermedios y utiliza recompensas para mantener la motivación y el compromiso.
Pasar de un enfoque de «hacer» a uno de «lograr» no solo transforma nuestra manera de trabajar, sino también nuestra satisfacción y éxito profesional. Al centrarnos en el logro de objetivos, nuestras acciones se vuelven más significativas y estratégicas, conduciendo a una mayor eficiencia y satisfacción personal.
¡Comienza hoy mismo a orientar tus esfuerzos hacia el logro y experimenta la diferencia!
Autor
Accountability Partner. Conferencista. Experto en Gestión del tiempo
Aliado de "Y eso, ¿cómo se come?" en Hyggelink
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