En esta oportunidad, para el artículo me inspiré en una fábula escrita hace varios años (finalizando el siglo XX) por dos autores que no necesitan presentación: Ken Blanchard y Sheldon Bowles. Este libro, A la Carga (Gung Ho!), Cómo aprovechar al máximo el potencial de las personas en su empresa, como todas las buenas obras, no pierde vigencia; es más, su mensaje se potencia con el tiempo.
La expresión “Gung Ho” tiene su origen en la Segunda Guerra Mundial. Se dice que un batallón de marines de los Estados Unidos la convirtió en su lema cuando combatían. Se utilizó para reforzar la lealtad dedicada e incondicional al mando militar. A raíz de esta historia, se realizó una película, dirigida por Ray Enright, que se estrenó en el año de 1943.
Otra película con el mismo nombre y otro enfoque, dirigida por Ron Howard, protagonizada por Michael Keaton y estrenada en 1986, generó que la frase «Gung Ho!» fuera de uso común en Estados Unidos y el resto del mundo de habla inglesa.
Volviendo al punto de interés, considero fascinante (por lo orgánico) la manera cómo Blanchard y Bowles, lograron conectar la naturaleza y tres de sus exponentes (la ardilla, el castor y el ganso) con prácticas de acción gerencial de altísimo valor; lo que me hace destacar lo poderoso del enfoque sistémico en todas las áreas del desempeño humano.
A la pregunta: ¿Qué tienen que ver el espíritu de una ardilla, el estilo del castor y el don de los gansos con hacer que una empresa se comporte como de «Clase Mundial»? Probablemente muchas personas, fuera del contexto del libro, podrían responder: ¡Absolutamente nada! Sin embrago, si se analiza en detalle el comportamiento de la naturaleza en cada caso, la respuesta podría ser una diametralmente opuesta.
Por ello, me gustaría responder a ¿Quiénes son Los Líderes «Gung Ho!»? recordando la notable descripción que se hizo en el libro de la actividad del día típico de una ardilla en el bosque, en una corta descripción:
Enfoque en conseguir la mayor cantidad de comida en el mínimo tiempo, motivadas por el hecho de que su sobrevivencia depende de ello.
Un líder Gung Ho se comporta como el alma de una ardilla, cuando considera que lo que hace es importante y que cada gramo de energía invertido en ello vale el esfuerzo. Lo hace cuando concientiza - y hace consciente a su equipo y organización – de que todos están haciendo algo relevante y de que eso va a beneficiar a un grupo importante de personas en el mundo.
Si a esto se le agregan valores preestablecidos que guíen los planes, decisiones y actuaciones, el círculo se cierra de manera armónica.
En el caso del castor, su comportamiento también se podría describir como:
Enfoque en realizar el trabajo que se debe hacer, de la manera correcta y con control unipersonal. Al reparar una presa, por ejemplo, nadie obliga a los castores a repararla. Lo hacen porque saben hacerlo, lo desean y lo necesitan.
Un líder Gung Ho se comporta como lo señala el estilo del castor, cuando define los límites y las «reglas del juego», está allí para prever los problemas y hacer los cambios necesarios; y después deja que «los que hacen el trabajo» lo hagan.
En el caso de los gansos, su comportamiento también se podría describir como:
Enfoque en animar al resto de la bandada a continuar dando su máximo esfuerzo durante el vuelo, que puede ser de hasta 2.400 kilómetros en un día, con buen clima.
Un líder Gung Ho se comporta según el don del ganso, cuando se dedica conscientemente a animar a su gente, al resto del equipo y a la organización; y promueve la idea de que todos se animen entre sí con felicitaciones sinceras, oportunas y, sobre todo, enfocadas en hechos concretos.
Considero que, si todos aplicamos estas enseñanzas de la naturaleza tanto en nuestro ambiente laboral como el personal, vamos a producir cambios trascendentales en nuestras familias, nuestro entorno y nuestra organización. El mundo lo necesita.
Nota de cierre: Todos estos artículos los hago con una clara intención: Deseo que se reflexione sobre la necesidad imperiosa de formar personas integrales y no solo expertos profesionales generadores de riqueza.
Necesitamos líderes que, además de generar riqueza, también sean buenas personas. Me refiero a los que guardan un equilibrio dinámico entre todos los elementos que conforman su función - que no es la de «jefe» - sino la de un individuo que se preocupa por su gente, por el ambiente, por la comunidad donde opera, por las leyes que lo rigen y por él mismo como persona, por aquello del «Bien Común que me incluya».
Somos interdependientes. Por lo tanto, si producimos un daño en alguna parte de nuestro planeta se afectará la globalidad. Lo opuesto también aplica...
Recuerda: «El auténtico progreso no consiste el aumentar el bienestar de algunos en detrimento del de otros».
Autor
Arnaldo González Graterol
Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos
en el libro Y eso, ¿cómo se come?
Excelente artículo @Arnaldo R. González G. la naturaleza como la escuela grande, aquella que nos enseñó a volar, bucear, nadar y por supuesto a liderar, a través del modelaje. Un abrazo fuerte y exitoso 2024