Cuando buscamos en la RAE el significado de actitud, conseguimos lo siguiente:
1. f. Postura del cuerpo, especialmente cuando expresa un estado de ánimo. Las actitudes de un orador. La actitud agresiva del perro.
2. f. Disposición de ánimo manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica, amenazadora, de una persona, de un partido, de un Gobierno.
Esto nos hace recordar que la actitud, no solo es lo que decimos con nuestra boca, sino tambien lo que decimos con nuestro cuerpo. Seguramente recordarás algún adolescente que te «volteó los ojos» cuando le dabas algún consejo no solicitado, a Don Ramón de El Chavo del 8, o algún aliado de aprendizaje con las manos cruzadas o la mano en el mentón mientras estás facilitando en un taller.
En la resolución de problemas, la actitud juega un rol tan importante que, si mantienes una mala actitud durante la resolución, puedes dar por fallido el proceso. Y es que, es una pesadilla lidiar con una persona con mala actitud, las cuales puedes identificar por los siguientes indicios:
Se quejan sin argumentos
Tienen poco control emocional
Son reactivos, siempre a la defensiva
No aceptan errores ni se disculpan
Son individualistas
Y si tienes que lidiar con esa persona las 24 horas del día sin poder separarte ni un segundo, porque se trata de ti mismo, ¡pobre de ti!
Sin ánimos de justificar la mala actitud, entendamos las posibles razones de su existencia. Después de todo, tanto tu como yo, en algún momento hemos sido victimas de un mal estado de ánimo.
La actitud positiva te impulsa a comprender el contexto sin juzgar y buscar soluciones. Por lo que, una actitud negativa, te bloquea. Es común su aparición en situaciones adversas, en incertidumbre o ante el miedo de equivocarte. ¡Por qué me pasa esto a mi! ¡Hoy es un día que no debí salir de la cama! ¡Esto es imposible de resolver! Sin querer, nos convertimos en victimas de lo que sucede, usando la técnica de la evitación para no afrontar.
Respecto al proceso de resolución de problemas personales y organizacionales, una mala actitud trae como consecuencia:
Dificultad para identificar los problemas
Ver problemas donde no los hay
Juzgar inadecuadamente y valorar cada problema como amenaza
Sentir frustración con cada problema
No creer en la propia capacidad para resolverlos
Mantener un punto de vista pesimista sobre los resultados
Si te identificaste en uno o más de los puntos descritos, te comparto algunas estrategias útiles:
# Ten en cuenta que los problemas son normales en la vida, o ¿conoces a alguien que no los tenga?
# En un cuaderno registra cómo reaccionaste ante un problema. Recuerda que las emociones no son el problema sino consecuencias del mismo
# Haz una lista de los problemas que suelen repetirse para gestionar mejor su resolución
# Conviértete en un observador externo cuando tengas un problema, como si estuvieses viendo una película. Pregunta qué es lo que sucede, qué hacen, dicen y sienten los demás y qué haces, dices y sientes tu mismo.
Finalmente, tómate muy en serio mejorar tu actitud, no solo por tu bienestar social y económico, sino por tu propio bienestar físico y emocional. Desde ahora convierte los problemas en desafíos u oportunidades para aprender algo nuevo, mejorar o sentirte bien contigo mismo. Después de todo, no hay nada más sexy en una persona que verla mantener la calma ante situaciones adversas, ¿cierto?
Autor
Marelbis Pimentel
Especialista en optimización de procesos
Representante en Europa de Hyggelink
Co autor de la competencia Resolución de problemas en el libro "Y eso, ¿cómo se come?"
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